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A la luz de la actual crisis climática, debemos repensar profundamente la forma en que alimentamos al mundo. Los métodos hoy en día predominantes de producción de alimentos han demostrado ser devastadores para nuestro planeta; los sistemas agrícolas intensivos en todo el mundo (y la resultante degradación de la tierra, la biodiversidad y la pérdida de ecosistemas) son factores clave de contribución al cambio climático. A su vez, estas crisis conjuntas de clima y biodiversidad afectan negativamente la capacidad de nuestros sistemas alimentarios para producir alimentos adecuados y nutritivos.

La situación no es diferente en Guatemala, donde la agricultura está actualmente dominada por extensos monocultivos intensivos como la caña de azúcar y la palma aceitera, y casi el 60% de la población vive bajo condiciones de pobreza. Guatemala, una democracia frágil, tuvo recientemente grandes motivos de júbilo debido a la reciente victoria del candidato progresista Bernardo Arévalo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales; un resultado histórico que desafía a las elites tradicionales que han dominado la esfera política del país.

Si bien su victoria ha traído al país un nuevo rayo de esperanza, el nuevo presidente electo tiene también muchos desafíos por delante, sobre todo en lo relativo a los altos niveles de corrupción presentes en distintos niveles de gobierno. Lo anterior, sumado al cambio climático, no hace más que agudizar aún más las vidas y los medios de subsistencia de quienes ya son vulnerables y marginados.

Sumado a las reformas descendentes a gran escala (de arriba hacia abajo), esenciales para el cambio sistémico, también debemos aprovechar el potencial transformador de las iniciativas existentes a pequeña escala que desafían el status quo y trabajan para transformar nuestro mundo, de abajo hacia arriba.

En respuesta a la necesidad urgente de transformación de los sistemas alimentarios, investigadores del CGIAR desarrollaron el enfoque de Semillas Disruptivas como parte de la Iniciativa de CGIAR sobre Resiliencia Climática (ClimBeR). Dicho enfoque se centra en iniciativas ascendentes (de abajo hacia arriba) que ofrecen alternativas a la forma en que está organizado nuestro sistema alimentario actual, o lo que describimos como el régimen vigente. A estas iniciativas ascendentes las llamamos semillas: hoy de pequeña escala y marginales, pero con enorme potencial para crecer en términos de impacto y florecer como parte de un sistema completamente nuevo. Dichas semillas pueden ser disruptivas, desafiando y apuntando a reemplazar (parte de) el status quo insostenible; es decir, las actuales estructuras de poder. Las semillas pueden ser también iniciativas sociales, nuevas tecnologías, herramientas económicas, proyectos socio-ecológicos o movimientos que potencialmente contribuyan a un futuro justo, próspero y sostenible.

Como parte del trabajo de ClimBeR, el enfoque de Semillas Disruptivas se está aplicando actualmente en el contexto del sistema alimentario de Guatemala. Recientemente, un grupo de personas inspiradoras involucradas en una variedad de iniciativas disruptivas relacionadas con la alimentación y la agricultura, se reunieron en un Taller en la ciudad de Panajachel, a orillas del impresionante Lago Atitlán, para pensar colectivamente en futuros justos y sostenibles para Guatemala.

Si bien se trata de ideas interrelacionadas, las iniciativas de Semillas representadas en el taller podrían categorizarse como centradas en la gobernanza comunitaria, la recuperación y defensa del territorio, la economía social y la agroecología. Así, se conformaron en el taller cuatro grupos de trabajo, cada cual enfocado en uno de estos temas, para imaginar lo que ven como un futuro deseable con base en sus respectivas iniciativas semilla: visiones de una Guatemala próspera, justa y sostenible. En este proceso, desarrollaron escenarios o rutas hacia sus visiones, siguiendo la metodología del enfoque de Semillas Disruptivas. Más importante aún, analizaron qué elementos del sistema actual se han vuelto insostenibles y cómo pueden las iniciativas de semilla cobrar impulso y desafiar el status quo vigente,  para formar parte de un sistema nuevo y más sostenible.

Interesantemente, tres de los cuatro grupos rechazaron en su trabajo la concepción lineal y occidental del tiempo. En cambio, desarrollaron una línea de tiempo en espiral hacia su visión, basada en su conocimiento ancestral maya. En estas líneas de tiempo en espiral, el origen, el pasado (el fue), el presente (el es) y el futuro (el será) son todos igualmente importantes y están interconectados.

El grupo que se centró en la recuperación y defensa del territorio describió un escenario en el que un período turbulento de caos social y conflictos eventualmente conduce a una reforma de la tenencia de la tierra, nuevas leyes y una reestructuración fundamental del Estado para formar una democracia verdaderamente representativa. De esta manera, Guatemala se transforma en una nueva economía, justa y social, basada en el respeto a los recursos naturales, donde la tierra, el agua y la naturaleza son consideradas sagradas: un regreso a aquellos tiempos en los que las personas y la naturaleza vivían en armonía, bajo la cosmovisión del Buen Vivir.

El grupo de agroecología describió un futuro en el que Guatemala ha transitado de un estado de colapso y autoritarismo hacia un país próspero y equitativo. La brecha económica que privilegió a una oligarquía poderosa, dejando a su paso una población vulnerable y escasez de recursos básicos, comienza a cambiar en 2025. Los programas educativos centrados en la agroecología e implementados a nivel municipal y comunitario (que eventualmente evolucionan hasta consolidar la Universidad de Agroecología), permitieron el intercambio de conocimientos y buenas prácticas entre diferentes sectores y territorios del país. Las comunidades se organizaron en mesas técnicas regionales, estableciendo una conexión efectiva con la sociedad civil y adoptando un enfoque comunitario para la toma de decisiones. Bajo una visión basada en la permacultura y los conocimientos ancestrales, el país se convierte en un ejemplo de desarrollo sostenible y equitativo, demostrando que la agroecología y el respeto por la naturaleza pueden ser la base para construir un futuro próspero para todos.

El tercer grupo, centrado en el tema de la gobernanza comunitaria, se inspiró en sus antepasados ​​que veían el mundo y la vida como ciclos que se expanden y evolucionan: la visión Maya de Guatemala llamada Ixim Ulew, o La Tierra del Maíz. En el sueño verde de Ixim Ulew se ha logrado una revolución agroecológica. La agricultura orgánica y auto sostenible es la nueva norma, rompiendo con el anterior paradigma de revolución verde y el uso indiscriminado de agroquímicos. La recuperación de tierras de comunales es otro aspecto crucial. A través de intervenciones jurídicas y organizativas, se establecen un tribunal agrario y consejos comunitarios agrarios para la planificación territorial. El sueño verde de Ixim Ulew implica también la construcción de un Estado Plurinacional. Para lograrlo, se promueve la descentralización y la autonomía local, abandonando el anterior predominio y centralismo estatal y dando lugar a nuevas formas de liderazgo político y participación activa de las comunidades en la toma de decisiones.

El reconocimiento y protección del conocimiento ancestral es central a Ixim Ulew, logrando consolidar un pluriverso que integra el conocimiento ancestral con la ciencia y la tecnología, supera  la opresión de un modelo educativo occidental y promueve las sinergias entre diferentes tipos de conocimiento. En el camino hacia este sueño verde, el país enfrenta luchas y desafíos. Documentando y denunciando injusticias, fortaleciendo a las organizaciones comunitarias y promoviendo la inclusión y la participación en la toma de decisiones en todos los niveles, se produce un cambio en las dinámicas de poder. En el mundo que imaginan para 2050, las decisiones se toman colectivamente en asambleas comunitarias.

El último grupo, centrado en el tema de la economía social y campesina, imaginó un escenario en el que la reivindicación popular, los movimientos sociales verdes y un auge de los mercados comunitarios centrados en productos ecológicos y orgánicos, coincide con el empeoramiento de las condiciones ambientales, un aumento de las enfermedades y el hambre. A través de campañas de concientización confrontativas y una educación holística con perspectivas ancestrales, la situación comienza a cambiar. Los medios descentralizados difunden información e instigan la conciencia de las masas: teniendo acceso al agua, a los alimentos y a la comunidad, son ellas quienes tienen el poder. A través de esta transformación hacia una economía circular basada en productos locales y soberanía alimentaria, la identidad cultural y el establecimiento de nuevas estructuras socioeconómicas, Guatemala se convierte en un país próspero, autosuficiente, equitativo y sostenible.

Estos escenarios o rutas de transformación, se traducirán el próximo año en planes de acción y políticas con agentes clave como organizaciones no gubernamentales, organizaciones de pequeños productores, organizaciones indígenas, plataformas del sector privado y organismos gubernamentales. En conjunto, estos planes y acciones pueden contribuir a la transformación sostenible descrita en los diferentes escenarios discutidos más arriba.

Reconociendo las fortalezas de cada una de estas iniciativas, esta convergencia en el Lago Atitlán también dio lugar al nacimiento de una comunidad de Semillas Disruptivas; un espacio para aprender de la experiencia de los demás y crecer en áreas que ayudarán a escalar y fortalecer lo que ya están haciendo. Algunas de estas necesidades de fortalecimiento podrían ser apoyadas por iniciativas del CGIAR que ya están trabajando en Guatemala, como ClimBeR, y otras como las Mesas Técnicas Agroclimáticas (MTA), donde los agricultores se reúnen para aprender sobre datos climáticos que pueden ayudarles a enfrentar fenómenos como El Niño, que actualmente provoca importantes pérdidas de cultivos en la región. Como resultado de esta comunidad, e inspirados por los caminos que crearon, este año se tomarán medidas iniciales para formar coaliciones de actores para el cambio transformacional, buscando definir estrategias y acciones necesarias (y con quién y en qué momento) para garantizar que las visiones de futuros prósperos y justos se vuelvan una realidad para Guatemala, en un futuro no muy lejano.

Autores: Lucas Rutting, Marieke Veeger, Randolph von Breymann

Imagen: Uno de los caminos o rutas de transformación hacia un futuro justo y sostenible para Guatemala, creado por representantes de Semillas Disruptivas. Ilustrado por Carlos López García.

Autore de la foto: Alejandro Quinn

 

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