Premio Mundial de la Alimentación: Buscando soluciones para maximizar el potencial de la agricultura y la biodiversidad de América Latina y el Caribe
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22.11.23

Joaquín Lozano, Director Regional para América Latina y el Caribe del CGIAR
La última semana de octubre, la Dirección Regional de América Latina y el Caribe del CGIAR y los centros del CGIAR con sede en las Américas—Alianza Bioversity-CIAT, CIMMYT, CIP y IFPRI— organizamos, en el marco del Diálogo Borlaug/Premio Mundial de la Alimentación, el evento titulado Maximizar las contribuciones de América Latina y el Caribe a las soluciones globales para la agricultura y la biodiversidad.
La premisa básica del evento —y de la línea de trabajo del CGIAR en la región— es que necesitamos una especie de nueva Revolución Verde como la que multiplicó la producción agrícola mundial y de América Latina y el Caribe entre los años sesenta y ochenta, mejorando la seguridad alimentaria mundial, contribuyendo a luchar contra la pobreza y salvando millones de vidas.
A lo largo de los años, varios factores —sobre todo, el cambio climático— han supuesto una amenaza para estos avances, y debemos reaccionar para poder alimentar a una población humana que superará los 9.000 millones de personas antes de 2050.
La región de América Latina y el Caribe está llamada a jugar un papel clave en la consecución de este objetivo, dado su enorme potencial en materia de agricultura y biodiversidad. Aunque su población representa solamente el 8,2% de la población mundial, la región produce el 14% de los alimentos mundiales. Asimismo, alberga una vasta cantidad de recursos naturales, incluida la mayor reserva de tierra cultivable del planeta y el 30% de la biodiversidad mundial.
Sin embargo, estos inmensos recursos están sometidos a un gran estrés: el sector agropecuario ya usa 75% de los recursos de agua dulce y 33% de las tierras disponibles de la región.

La Revolución Verde que tuvo lugar entre los años sesenta y ochenta fue posible gracias a la labor conjunta de instituciones de investigación agrícola nacionales e internacionales. Debemos encontrar la manera de que esta exitosa colaboración vuelva a funcionar.
La situación en la región no es ideal. Según el informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) Desatando la innovación (2023), “los países de América Latina y el Caribe continúan rezagados en la asignación de recursos suficientes” a la investigación agropecuaria.
Pero también hay buenas noticias. Según otro informe del BID, Investigación Agropecuaria en Latinoamérica y el Caribe (2016), la región “se encuentra bien preparada para aumentar su escala de comercio y producción agropecuaria”.
Para abordar estos desafíos y aprovechar estas oportunidades, la región necesita una agenda integral de investigación y desarrollo que aúne las capacidades y recursos del sector privado y público, los financiadores internacionales y la sociedad civil con el fin de maximizar las contribuciones de América Latina y el Caribe a la producción global de alimentos y la preservación de la biodiversidad mundial.
El equipo de América Latina y el Caribe del CGIAR, junto con otros socios y organizaciones, lleva ya tiempo trabajando en sentar las bases de esta agenda. El evento en el Diálogo de Borlaug aspiraba a ser otro paso en esa dirección. Con tal fin, pedimos a varias mentes brillantes que compartieran con nosotros su visión acerca de estas cuestiones.
Nuestro panel, hábilmente moderado por Bram Govaerts —Director General del CIMMYT— integró las perspectiva del mundo académico (Elsa Murano, Directora del Norman E. Borlaug Institute for International Agriculture and Development), de la cooperación internacional (Rob Bertram, Científico Jefe de la Oficina de Resiliencia y Seguridad Alimentaria de USAID) y de los agricultores (María Pilu Giraudo, Cofundadora de la Red de Mujeres Rurales) sobre estos temas.

Elsa Murano señaló la necesidad de promover la agricultura climáticamente inteligente y cadenas de valor que ayuden a los agricultores a salir de la pobreza y el hambre para superar los daños ocasionados por el cambio climático. “La ciencia y la investigación deben desempeñar un papel clave para lograr esta meta. No obstante, tienen que vincularse a las necesidades de los agricultores y enfocarse en desarrollar sus capacidades, especialmente las de los jóvenes y las mujeres”.
“Debemos ‘llevar (la ciencia y la investigación) a los agricultores’, como decía Norman Borlaug”.
Rob Bertram destacó que cultivos nativos de América Latina y el Caribe como el maíz o la papa representan la base de la seguridad alimentaria en todo el planeta. Y añadió que la región ha sido la fuente de muchas innovaciones que transformaron
sustancialmente la investigación agrícola en todo el mundo —instituciones de investigación regionales, apertura a inversiones del sector privado, sistemas normativos progresivos, entre otros—.
Según Bertram, las innovaciones agrícolas en América Latina y el Caribe están llamadas a seguir jugando un papel clave en la búsqueda de soluciones para garantizar la seguridad alimentaria global y allanar el camino para una cooperación Sur-Sur fructífera.
Pilu Giraudo afirmó que los agricultores latinoamericanos son conscientes de su importancia a nivel mundial, pero que también sienten el peso de muchos desafíos. “Sabemos que nos piden ser el granero del mundo, pero no lo podemos lograr solos”.

“Hay muchas experiencias de agricultura regenerativa desarrolladas por los agricultores, pero necesitamos la contribución de la ciencia para validar, mejorar y compartir estas tecnologías locales. En la región contamos con las instituciones adecuadas para lograrlo —organizaciones de agricultores y centros de investigación—, pero no estamos trabajando de la manera organizada y unitaria que permitiría aprovechar todo el potencial agrícola de la región”.
Tras la primera ronda de intervenciones de los panelistas, hubo una animada discusión en la cual Bertram planteó que “aprovechar la abundante biodiversidad de la región es clave para el desarrollo de la agricultura, no solo en América Latina y el Caribe, sino en todo el mundo”.
Bram Govaerts destacó que la cooperación Sur-Sur y la participación de los agricultores en los avances científicos son los principios fundamentales de la labor del CGIAR. “Existen modelos como MasAgro, un proyecto liderado por el CIMMYT en México, que conectan los sistemas nacionales de investigación agropecuaria con los agricultores, promoviendo la investigación conjunta y el apoyo y la participación activa de socios internacionales y locales del sector público y privado”.
En este sentido, Murano señaló la necesidad de conectar los servicios de extensión con la investigación agrícola. “Si esto no sucede, la información no llega donde tiene que llegar”.
Bertram fue incluso más lejos y afirmó que la conexión también debe incluir la enseñanza y la formación. “Es un tema de política y de recursos, y hay una variedad de factores que lo impiden. Pero es maravilloso que la gente ya esté hablando del tema”.
Murano agregó: “Es bueno que la gente hable de ello, pero ha llegado el momento de actuar”.

Elsa tiene razón: ha llegado la hora de actuar. De alguna manera, el equipo de América Latina y el Caribe del CGIAR siente que tiene una misión. Nosotros—y por “nosotros” entiendo todos los actores relevantes en el campo del desarrollo agrícola en América Latina y el Caribe— debemos encontrar los medios que permitan maximizar el potencial de la agricultura y la biodiversidad de la región, porque de ello depende el futuro de nuestras sociedades.
Como ya dije, el evento Diálogo de Borlaug representa solo un paso en esta dirección. Pronto les comunicaremos los próximos avances.